Lo que se puede aprender de la sociedad española en un viaje de autobús

-Les deseo una muerte lenta y dolorosa…

Escucho esta frase a la chica que iba en el asiento de delante en el autobús.
-¿A quién? Le pregunta su acompañante.
– ¡A los vecinos! Por el ruido que hacen ¡ponen la lavadora a las dos de la mañana! ¡¡¡Cómo los odio!!!

A mí me recuerda a mi estancia en París. La madre de la familia con la que vivía ponía la lavadora aunque fuese por dos pares de calcetines. No hacía una lavada con claros y otra con oscuros, o una lavada con blanco, otra con negro y otra con intermedios, no. ¡Hacía una lavada con cada color! Blanco, negro, gris, verde, azul, naranja, amarillo… Llega a hacer la diferencia entre verde manzana y verde hospital y acabo en el psiquiátrico… Una vez me despertó un sábado a las ocho de la mañana para que sacase las braguitas que tenía puestas y meterlas con la colada (claro a lo mejor no le volvía a tocar ese color en toda la semana… normal).
La cuestión es que mi habitación era el salón, y tenía que soportar cada dos por tres el ruido y temblor de la lavadora que, ubicada en el pasillo a metro y medio de mi cama, provocaba un meneo en aquel parquet que ni que llegase por la puerta el mismísimo Chicho Terremoto.

Bueno, volviendo a las características de los españoles.
Además de ser «un poquito» rencorosillos, en España también…

Somos vagos:
Ya llamé a dos empresas para venir a aislarme el techo… ¡y no me vino ninguna!

No me extraña nadita de nada.
Yo llevo dos meses detrás de empresas pidiendo presupuestos para organizar un evento y de 20 a las que escribo, me contestan 3. Y no es que no hayan recibido mi e-mail, no. Es que muchas, vas por su oficina y no hay nadie, llamas y no cogen, entonces mandas un e-mail, y no te contestan, y vuelves a llamar, y a enviar e-mail, pero se les coló en spam, y total para decirte al mes siguiente, cuando la responsable de departamento ya está de vuelta de vacaciones, que esa empresa no te puede proporcionar lo que le pediste.

Vamos a ver, señores ciudadanos currantes y no currantes de este país. Es como si van ustedes a una tienda y preguntan: ¿Cuánto cuesta esto? Y el dependiente se queda mirando para el techo.
Y tú pensando: ¡Que te quiero comprar esto! ¿¿Me puedes decir cuánto es??
Después dicen que hay crisis…

Somos prejuiciosos:
Continúa mi vecina de autobús proponiendo soluciones a su acompañante:
-Pues si no paran de hacer ruido, bajas y le dices que los amenace el albano-kosovar…

Sí señor, es más o menos como los chistes de negros, gitanos y los referidos a los chinos y su laborioso trabajo, que son muy graciosos (yo con algunos también me río). Pero  luego cuando se meten con los prejuicios españoles… nos mosqueamos.

Sin embargo, lo bueno de la sociedad española es que también somos muy creativos:
-Pues mira, Maika, yo sé ponerte un polipropileno aislante -expone la compañera de autobús decidida-. Y luego, le pones encima un decorado así y así. Te queda todo mono… ¡y ya no escuchas a tus vecinos!

(Si es lo mejor, oír para aprender…)

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